EPN es un tonto

En el 2016, en Ottawa, Peña Nieto, Obama y Trudeau, acudieron a la Cumbre de Líderes de América del Norte. Ahí, los mandatarios reafirmaron su compromiso por los derechos de las personas LGBTI. También, crearon la Sociedad Norteamericana del Clima, Energías Renovables y el Ambiente, anunciando un plan de acción en conjunto. Fue una noticia relativamente inconsecuente que pasaron a la mitad de los noticieros, y que si acaso llenó algún titular. Pudo haber sido olvidada si no fuera por un detalle: Peña Nieto se equivocó en darle en la forma en que le dio la mano a Justin Trudeau. Fue una situación social incómoda que en lo particular me pasa muy seguido porque carezco de la sapiencia básica social: cada vez que tengo que saludar a alguien me genera una ansiedad terrible, pero nunca sé si tengo que dar un apretón, golpe de puño o beso en la mejilla (y peor ¿qué tan cercana tiene que ser la persona para llegar al punto de medio abrazo viril hombro a hombro?). También, se equivocó cuando, al bajarse de una tarima no notó que sus amiguitos se quedaron observando el castillo que servía como fondo para las fotos. Trató de corregirlo, subiendo rápido de nuevo para juntarse de nuevo con su grupito, rogando que no lo ignoraran, pero el daño estaba hecho. Como cuando le dices mamá a la maestra e intentas corregirlo cuando las palabras están saliendo de tu boca pero sabes que es demasiado tarde y que serás la burla por una semana. Continúa leyendo EPN es un tonto

Aceite de Canola

La práctica del periodismo está llena de cínicos. Irónico: en la carrera éramos unos románticos. Todos esperábamos cambiar al mundo a través de nuestras palabras. El Pulitzer venía de la mano pero sin añorarlo: éramos altruistas y grandilocuentes. Sólo hacía falta que alguien nos hiciera caso y para ello buscábamos a la vieja guardia. Esos periodistas que aún no creían que twitter fuera a ser twitter y que las redes sociales sólo servían para ligar. Periodistas panzones, aficionados al chayote1, dependientes de los manuales editoriales y como dije, cínicos, porque eran poseedores de una de las grandes verdades del medio: no servimos para nada. Las amenazas que nos arrojaban los maestros con respecto a la pobreza económica nos parecía risible. Existen cosas más importantes que el dinero: existe la inmortalidad y también la inconsciencia de los estudiantes de una universidad privada. Continúa leyendo Aceite de Canola