Juan era ateo. Coleccionaba artefactos, fotografías y juguetes antiguos para tener presente lo efímero de la existencia. Los mercadillos dominicales del barrio eran ideales para sus gustos. Mientras esculcaba un baúl encontró un instructivo desgastado, pero en buen estado. Su título: Cómo hacer una nube. Qué extraño, pensó mientras lo leía:
Continúa leyendo Cómo hacer una nubeCategoría: Cuento
Birgilio
Es Birgilio, no Virgilio, se presentaba inventando una historia nueva cada vez que le preguntaban acerca de la b. Mi papá tenía fobia a la letra v. El del Registro Civil era disléxico. La b es mejor que la v. Y su favorita: la b es por Batman. Todas ellas estaban muy alejadas de la realidad. Mentía tanto que estaba convencido que logró olvidar el verdadero origen de su nombre, pero eso también era mentira: lo tenía tan presente que hacía miserable su existencia. La cruz de la b, escuché alguna vez que dijo.
Continúa leyendo BirgilioEn pocos días va a reventar
No he estado en una situación social en la que chupar un pito sea pertinente. O al menos eso creo. No lo deseo, pero sé que soy ajeno a ciertas costumbres humanas, en especial las sexuales. Tal vez sí he estado en una posición en la que dar sexo oral al hombre fuera lo correcto y no lo he hecho. Saber si soy deudor de sexo oral, a veces, no me deja dormir.
Continúa leyendo En pocos días va a reventarEl incapaz
“Cuatrocientos mil changos no pueden estar en un error”, era el ardid publicitario que vendía, con fondo de orquesta, el mejor antidepresivo en píldora jamás inventado. Las farmacias estaban como taquerías: filas y dobles órdenes. “En la compra de dos combo-homínido, el agua Ciel de seiscientos es gratis”. Las personas se iban con risas histéricas, cuadritos en el abdomen y bronceadas. La FDA había prohibido la prueba de medicamentos en humanos, entonces los changos eran los héroes globales que bailaban para convencernos de la felicidad.