
El siguiente cuento fue originalmetne publicado en la revista Grafografxs de la Universidad Autónoma del Estado de México:
Escogió Nueva York aunque no lo conocía en la vida real. Era la quinta vez que saltaba desde la punta del hotel The Pierre, justo frente al Central Park. En cada una de las cuatro simulaciones anteriores su porcentaje de éxito se acercaba al cien, por lo que había decidido llenar el formulario correspondiente para que la empresa le comprara su boleto de avión. Era otoño dentro de la simulación. Lo escogió así por una película cursi sobre una pareja que se reencontraba muchos años después de manera fortuita en esa ciudad y en esa época del año. Sintió náuseas al verla y pensaba que morir ahí sería la forma ideal de olvidar esa película. Mientras caía, el olor al musgo del follaje ambarino le llenaba los pulmones. En el aire vio a un hombre caer paralelo a ella. Ya había compartido simulaciones previas. El sacrificio en el Templo Mayor o ser crucificado junto a una figura virtual de Jesús eran tan requeridas que los usuarios suelen morirse rodeados de otros suicidas. Cuando la ataron a un poste desnuda y lanzaron una lluvia de flechas sobre ella estuvo acompañada por otros interfectos que en su escarmiento proferían gritos agónicos más enérgicos que los suyos. Se sintió juzgada y terminó la simulación con un porcentaje de predicción de éxito menor de setenta. Ese número le pareció bajo: la posibilidad de intentar matarse y fracasar le aterraba. Cuando encontró que Nueva York en otoño, en la cima de ese edificio, era una simulación exclusivamente para ella, sus porcentajes subieron acercándose al 100. «Soy una suicida solitaria», pensó. La certidumbre de perfeccionar su muerte le daba tanta tranquilidad que más de una vez se descubrió con una sonrisa en la cara.
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